la forma

El pintor que solamente ve la forma muere con la forma. No hay que olvidar el egoísmo vital que encierra toda forma.

 

Nunca es acertado copiar la forma.

 

Por el contrario, hay que buscar y encontrar la síntesis de cada forma y calidad dentro de su sentido abstracto y a la vez armonioso con nosotros mismos.

la pincelada

La labor debe ser comenzada, desarrollada y acabada, con rapidez y nervio.

 

La pincelada audaz y rápida, el manejo de los colores intuitivo y continuo.

 

¡Cabeza y corazón encendidos!

Pedro Mozos escritor

deberes esenciales del pintor

Tres deberes esenciales tiene el pintor:

 

El primero, que es el más fácil y elemental, cuidar con buena técnica la proporción y las calidades.

 

El segundo, muy difícil y de gran importancia, armonizar perfectamente la composición.

 

El tercero, el don genial, totalizar el cuadro con la entonación.

 

Así, un cuadro bien compuesto y entonado, ya es un gran cuadro, y más si está ayudado de excelentes proporciones y calidades. Pero no podrá serlo nunca si sólo es un cuadro correcto en proporciones y calidades o lo es por otras circunstancias casuales que nos regala el natural, sin estar compuesto ni entonado.

reflexiones

Sólo el sentimiento hace recordar la destreza de oficio.

 

La técnica debe ser sobria, al servicio del ambiente y de las calidades.

 

La valentía nace en el soñador y es primerísima condición de todo pintor.

 

Creación sí, pero ambientada, envuelta, suave, justa y equilibrada.

 

Mirar con indiferencia el éxito y el fracaso.

 

La fe constante en sí mismo es la clave del triunfo, porque lo único permanente, inmutable y verdadero es la fe. Sólo la fe nos acerca a lo milagroso. La fe es ensueño y seguridad.

 

Quien descubre su verdadera vocación e inmediatamente lo deja todo por ella, ha encontrado su libertad.

 

Cuanto más sencillos y humildes seamos, más gozaremos del grandioso misterio de la vida.

 

Si no eres capaz de encontrarte, de mirar hacia dentro de ti, en silencio, de elevarte, considera que debes esforzarte con tesón para renunciar a las cosas superfluas que te atan.

 

En lo poco está lo mucho, así como en lo mucho está lo poco. Y en el exceso está el desasosiego, la alteración y la infelicidad.

 

Mantener una postura de distanciamiento es de inteligentes, porque a través de la aproximación a las cosas, la lucha y la entrega se llega a la desilusión. De lejos, el paisaje encierra belleza, armonía y totalidad; también aparecen distantes los mundos de la poesía, de la pintura pura, de la contemplación, del sosiego y del pensamiento elevado. Por el contrario, de cerca nos encontramos con la diversidad de las cosas y su enfrentamiento, los mundos del poder, de la fuerza, de la angustia, del razonamiento y de la matemática pura. De ahí que conquistaremos nuestra libertad cuando nos alejemos de la tentación de aproximarnos a lo concreto, para poder transitar, desde la lejanía, por las sendas de la contención, del equilibrio y de la sobriedad.

 

El presente se convierte instantáneamente en pasado. Y entonces el presente no sólo ya no nos pertenece, sino que, al propio tiempo, escapa hacia el futuro, que nunca será nuestro.

 

Si no asimilarnos el pasado, tampoco seremos capaces de asimilar ni el presente ni el futuro.

 

Cuando se dispone de una gran base y preparación conseguida a través del estudio de los clásicos, cabe partir por un camino distinto. Sólo después de haber asimilado perfectamente los problemas como las sabias decisiones de los clásicos, estaremos en condiciones óptimas para desarrollar nuestra propia personalidad, haciendo algo auténtico y valioso.